Internas Libertarias: Espías, Valijas y la Batalla Cultural de Milei
La interna en La Libertad Avanza (LLA) expone una lucha de poder con tintes de espionaje y manejo de fondos, mientras la batalla cultural se libra a escala global. Desde acusaciones de “Juntos por el Cargo” hasta revelaciones sobre figuras ligadas a inteligencia y financiamiento, el gobierno de Javier Milei enfrenta desafíos internos que proyectan sombras sobre su gestión.
El Triángulo de Hierro y sus Fisuras
La geometría del poder actual, conformada por los hermanos Milei y Santiago Caputo, se ve jaqueada por internas que destapan valijas, espías y sospechas de lavado de dinero. Ricardo Ragendorfer describió este entramado como un poder “cloacal” a nivel internacional, donde la confianza escasea y las acusaciones abundan.
El Espía Arrepentido (¿o no?)
Leonardo Scatturice, comparado con Lázaro Báez, emerge como una figura clave. Con pasado en los servicios de inteligencia, creó un fondo de inversión que adquirió FlyBondi. Además, su empresa Tactic COC LLC firmó un acuerdo con la SIDE para facilitar reuniones entre funcionarios argentinos y estadounidenses, revelando conexiones con asesores de Donald Trump y la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC).
La División de Roles y el Armado de Caputo
Milei, fiel a Adam Smith, delega tareas. Karina Milei y sus armadores manejan la “lapicera” electoral, mientras el equipo de Santiago Caputo lidera la “batalla cultural”. Sin embargo, el proyecto de Las Fuerzas del Cielo quedó relegado del armado político. Los socios de Caputo se mostraron en la gala de la Fundación El Faro, un “think tank” libertario dirigido por Agustín Laje, donde Francisco Caputo administra un enigmático piso.
- Fundación El Faro: Centro de formación de “cuadros” y recaudación para la campaña.
- Yacht Club de Puerto Madero: Escenario de la gala, con presencia de figuras clave del entorno de Caputo.
La interna libertaria se complica con acusaciones de espionaje y manejo de fondos, poniendo a prueba la estabilidad del gobierno de Milei y su ambiciosa agenda de cambio. La batalla cultural, lejos de ser un frente unido, se convierte en un campo de minas donde las lealtades son frágiles y las traiciones, una constante.